Que seamos impacientes.
Que seamos desconsiderados con quien nos está hablando.
Que seamos envidiosos.
Que censuremos nuestros actos y los de los demás.
Que seamos celosos.
Cuando somos tacaños.
Cuando no hacemos frente a nuestras obligaciones por pereza.
Cuando nos consideramos superiores a los demás.
Cuando no nos permitimos soñar despiertos.
Cuando queremos llamar la atención.
Cuando no dejamos volar nuestra inspiración.
Cuando no damos palabras de esperanza a quien las necesita.
Cuando nos compadecemos constantemente.
Cuando no vemos el lado positivo de todo lo que nos sucede.
Cuando despreciamos a los ancianos.
Cuando herimos a un inocente.
Cuando no tenemos paciencia con los niños.
Cuando despreciamos el amor que nos brindan.
Cuando vivimos enojados.
(De "Un ángel para cada día" - Julián Victoria)