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domingo, 11 de septiembre de 2011

ASALLAM, EL PRIMER UNICORNIO.-

Noa.-Universo Espiritual

ASALLAM, EL PRIMER UNICORNIO





El primer Unicornio

Se lo llamó Asallam, el primer Unicornio de los nacidos, criatura de conformación temible y para contemplar hermosa, dotado de un cuerno de luz en espiral. Golpeó entonces Asallam, el primer unicornio, una roca desnuda, con su cuerno la penetró hasta grande hondura, y brotó una fuente de vida borboteante. Los fuegos se extinguían doquiera fluían esas aguas y empezaba la Tierra a fecundarse con multitud de cosas muy fructíferas.

Se alzaron grandes árboles, florecieron; y bajo su sombra se instalaron las bestias salvajes y domésticas. Todo esto era intención de Dios, y el Unicornio, el instrumento de su querer. De este modo se formo el Jardín del Unicornio, llamado Shamagim, que quiere decir Lugar donde hay Agua.

Unicornio, conductor y guardían

Dios se dirigió entonces al Unicornio diciendo: ¡Asallam! Tú sólo serás, entre todas mis creaciones, quien recuerde la ocasión y el modo de su hechura, y vivirás en permanente memoria de la Luz, para ser su conductor y su guardián. Pero jamás volverás a la Luz hasta la hora final del Fin del Tiempo. Y el Unicornio, maravillado, vivió en su jardín y fue caminando hacia afuera.

Entonces quiso ser conocido Dios, aunque Él ya conocía todas las cosas. Se retiró dentro de Sí, y a partir de la tierra y del aire, del agua y del fuego, su sagrado aliento compuso al Hombre, que era fuerte y bello, el colmo de la creación. El Unicornio se maravilló mirándolo, y de pronto volvióse modesto y vergonzoso.

Como Asallam, el primer unicornio, no participó en la creación del Hombre, el Unicornio lo amó aún más y ante él se inclinó como un sirviente. Fue el Unicornio entonces la primera bestia que el hombre contemplara, la primera a quien dio nombre. Desde entonces hasta ahora el destino de ambas razas se ha ligado; conduce hacia la Luz y sólo el Hombre puede allí seguirlo.

El Libro de Némesis

En los largos años de la edad primera, hombre y bestia habitaron juntos y crecieron en estatura de cuerpo y mente. Pero en lo oscuro otros seres se desplegaban y fortalecían. El mismo día esta animal mitológico hizo surgir de la roca una fuente de borboteante vida, también se sembraron semillas de peligro. Mientras las aguas esparcían su humedad fertilizante, se filtraban también por fisuras tenebrosas y goteaban hasta cavernas secretas y ardientes que se entrelazan en las raíces de los montes.

Allí, en esas cámaras del abismo, la carga vital de esas aguas sagradas se gastó por vez primera en criar algo viviente. Así nació entre fuegos y tinieblas el Dragón. Su difícil nacimiento le dejó huellas indelebles, y nunca hubo después otra criatura dotada en tal medida de tanta astucia y fuerza.

El primer dragón fue Yaldabaoth. De horrible constitución, con ojos penetrantes y sin párpados, lo primero que contempló su mirada impávida fue la propia imagen en las aguas oscuras. Adoró la visión, y una secreta complacencia en esa imagen de sí le ha consumido el corazón desde esos tiempos.Y el Dragón creció enorme y generó a otros como él, entre ellos a Serpens.

Si bien los dragones tienen muchas formas y tamaños, todos son rápidos de mente y tienen sed de saber. Mientras el Unicornio intenta adivinar los secretos de la creación para mejor conocer al Creador, el Dragón desea lo mismo, pero al fin de dominar el mundo y de este modo derrotar a la muerte.

El Dragón odia con fuerza al Unicornio por su primacía, pues no se creó a sí mismo sino que le debe a otro su ser. Así pues, lo ha perseguido siempre con la intención de devorarlo y dejar de ser el que llegó después y convertirse en el Más Viejo de todas las Cosas.

Los Limites del Jardín.

Era muy amplia su extensión sobre los campos, pero en níveos con fuego ardiente donde rugía el torbellino y se escuchaban voces en el resplandeciente abismo. Los unicornios podían desplazarse en medio del trueno, la tormenta y los temblores, pero esas hórridas alturas eran inseguras para el hombre. Así, pues, el Unicornio, hermano mayor, amigo y guía, vigilaba que ningún hombre se aventurara fuera del Jardín.

Entonces el tiempo se sucedía de modo inenarrable. Hasta hoy quedan huellas de esa gloria inmaculada; por eso ni la quietud más sosegada está libre de alguna sensación de nostalgia y exilio. Porque el hombre creció en número y en fuerza, y también los Unicornios; ambas razas ingresaron juntas, en estado de gracia y de inocencia, a la plenitud de sus vidas. Entonces se forjaron los lazos que el tiempo jamás podría desatar: por larga que sea la separación existente, jamás volverán a encontrarse como extraños.

Pero el Dragón y su progenie tramaban en las honduras de la tierra, y más y más celosos se volvían hasta que al fin enviaron a Serpens, la más astuta de su raza. No era de gran tamaño y por esto no inspiró temor en los corazones de los hombres. Parecióles Dragón atractivo y asombroso, de escamas orgullosas e irisadas, de palabra abundante y escogida; muy pronto se movía familiarmente entre los hombres, ocultando su propósito: tal las artes habituales del Dragón.

Entretejía palabras de alabanza con otras para sembrar la duda, diciendo: Qué sabio y digno señor podría ser el Hombre! y se lamentaba que su amigo lo limitara al recinto interno del Jardín. No toda nuestra raza prestó oído a las sutiles incitaciones al descontento y al orgullo. El hombre y la mujer gozaban de distinta intuición desde le principio; las mujeres no se dejaron engañar por la insidia de Serpens, mantuvieron la confianza y no dejaron de amarlo.

Cuando por fin Serpens oyó murmurar al hombre que Asallam no parecía amigo tan perfecto y sí quizás propenso a finalidades egoístas, habló más abiertamente. Más allá del Jardín, aseguró, hay tierras hermosas y fértiles, dispuestas a que las dominen, pero mantiene al Hombre cautivo, no sea que su número crezca en exceso y resulte ingobernable.

Esas mentiras no escaparon a Asallam, que se apartó, triste: no podía obligar al seguir los caminos de la luz; señalaba su sentido. Pero nada le pidió consejo en las discusiones insensatas que siguieron. El más descarriado se levantó y alzó la voz: ¡Rompamos estas cadenas de oro, acabemos con estas ataduras! ¡Cuanto más difícil y largo sea el camino, más brillante será su término!

A partir de entonces el hombre no pudo culpar a nadie más, sólo a sí mismo, por las penas y dolores subsiguientes. Pues todos gritaron aprobando, aunque las mujeres inclinaran la cabeza en señal de silente pesadumbre. De este modo se cumplió el trabajo del Dragón, y así esas palabras sellaron la condenación del Hombre.

Entonces movilizóse Dios, en perfecta sincronía con el proyecto fatal del Hombre. Y en un instante volvióse duro y opaco lo que fuera un mundo en primavera. Y pareció caer un vacío piadoso sobre la mente de los hombres, y cuando cesó esa oscuridad se hallaron en una dimensión de antaño. Se movieron perplejos al principio, encerrados en formas menos gráciles.

La División de las Razas Hermanas.

El hombre cayó en un marasmo moral, adoró ídolos y luchó contra sus semejantes. Y durante todos esos años el Hombre y los unicornios se separaron más y más, tal como deseara el Dragón. Marcho entonces marchó por senda aparte mientras el Hombre se mantenía en su locura; así acabo su vecindad. Aunque la criatura sigue viviendo en el Jardín de la dimensión dorada, su corazón aún está ligado al Hombre; así se desplaza a través del mundo y permanece inmóvil junto a la frontera actual del mismo.


LOS UNICORNIOS, SEGUN EL LIBRO DE LA GENERACIÓN s/a
Editado por Unicornios.